Antes
de dar mi opinión personal, respecto a este tema, quisiera decir que esta fue
formada mucho tiempo antes de ser madre y de siquiera pensar en ello.
Quiero partir definiendo el Aborto:
Término procedente del latín abortus, es la
interrupción y finalización prematura del embarazo. En un sentido más amplio,
el término puede referirse al fracaso por interrupción o malogramiento de
cualquier proceso o actividad.
A pesar de considerarme una mujer moderna, debo
decir también que soy una defensora de la vida y que hay solo una forma de
aborto que considero como valido: El aborto Terapéutico, el cual interrumpe el
embarazo en los siguientes casos:
Riesgo grave para la vida de la
madre, cuando la
continuación del embarazo o el parto significan un riesgo grave para la vida de
la madre;
Para salvaguardar la salud física
o mental de la madre, cuando éstas están amenazadas por el embarazo o por el parto;
Riesgo de enfermedad congénita o
genética, para evitar
el nacimiento de un niño con una enfermedad congénita o genética grave que es
fatal o que le condena a padecimientos o discapacidades muy graves.
Reducción de embriones o fetos en
embarazos múltiples, hasta un número que haga el riesgo aceptable y el embarazo viable.
Riesgo grave para la vida del hijo, cuando la continuación del
embarazo o el parto significan un riesgo grave para la vida del hijo, ya sea
porque viene con una malformación, o tiene un alto riesgo de vida cuando nazca.
Lamentablemente en Chile el Aborto
Terapéutico, fue legal por muchos años desde 1931, pero en el año 1975, durante
la Dictadura, fue revocado este derecho, volviéndose un delito penado por la
Ley y hasta el día hoy, sigue sin concretarse ni cambiarse nada al respecto. Quiero
destacar unas palabras que del “Sr. Jaime Guzmán Errázuriz”. (Frase de su discurso de la
Comisión Constituyente del día 14 de noviembre de 1974).
"La
madre debe tener el hijo aunque este salga anormal, aunque no lo haya deseado,
aunque sea producto de una violación o, aunque de tenerlo, derive su muerte".
(Que increíble, que sea un hombre, que el ctm, que no sabe lo que es un
parto, venga y se sienta con el derecho de opinar, no importa si te violan y
sales embarazada, tengo igual, sino es un delito). Lo siento, pero no puedo no
decir lo que pienso.
Además creo que en los casos de
Abuso Sexual, del cual lamentablemente resulte un embarazo, también debería considerarse
como una opción, solo si la afectada así lo quiere.
Respecto al resto de las personas
que lo hacen, simplemente solo por no tener un hijo, creo que hay muchos métodos
anticonceptivos como para evitarlo, pero si esto pasa o fuiste irresponsable
con tu cuidado, no tienes derecho, a privar a una vida de nacer. La verdad no
encuentro las palabras para expresar lo que pienso de aquellas mujeres que matan (esa es la
palabra) a sus bebes por propia voluntad. Dígame cuatica, digan mojigata o lo
que sea, no soy quien para juzgar a nadie en su actuar, pero no me digan esa
estupidez, hay si no tienen vida, no está formado aún, VIDA es VIDA. Y todo lo demás
lo considero falso.
Creo sinceramente, que desde que leí Juventud en
Éxtasis, soy una defensora de la maternidad, el Cap. 5 “El Aborto”… es impresionante,
fuerte, difícil de asimilar que sea así un aborto. Esto te cambia el chip! Les dejo
la parte que mas me impacto del Capítulo, sé que es poco largo, pero es
importante que lo lean.
“Aparecieron en la pantalla las letras que anunciaban la obra.
American Portrait Films presentaba El grito silencioso, por el Dr. Bernard N.
Nathanson. Me sorprendió ver que el protagonista era un médico ginecoobstetra
que después de haber fundado una de las clínicas para abortos más grandes del
mundo, practicado con su propia mano más de cinco mil abortos y cofundado la
Liga Nacional para el Derecho del Aborto en Estados Unidos, en la actualidad se
dedicaba a prevenir a la gente sobre la crueldad de esa práctica. Su cambio
radical se debió a que ahora la medicina cuenta con recursos sofisticados, como
la ecografía ultrasónica, la inspección cardiaca del embrión por medios
electrónicos. La estreostocopía citológica, la inmunoquímica de rayos láser y
muchos otros, con los que se ha logrado penetrar hasta el mundo del nonato y
entender, a ciencia cierta, que el feto es un ser humano completo, cuyo corazón
late, poseedor de ondas cerebrales como las de cualquier individuo pensante,
capaz de sentir dolor físico y reaccionar con emociones de tristeza, alegría,
angustia o ira.
Comenzaron a verse escenas asombrosamente realistas filmadas en el
interior del útero de una mujer, usando un aparato de fibra óptica llamado
fetoscopio. Destacaban con increíble nitidez la fisonomía del pequeño, sus
pies, sus ojos, su boca, su posición encorvada, su piel suave y delicada. Las
imágenes no dejaban duda alguna de que entre ese “producto” y un ser humano
completo, con garantías individuales y protegido por las leyes, no había
ninguna disimilitud dramática, excepto el tamaño.
El feto flota en su ambiente acuoso, juguetea con el cordón umbilical
y luego se lleva el pulgar a la boca. Succionando su dedo, traga un poco de
líquido amniótico. Le sobreviene un ataque de hipo. Siente la mano de su madre
que soba el vientre. Patea la mano. Percibe la risa de su mamá como un rumor
sordo. Nota cómo ella le devuelve el golpecito y vuelve a patear. Al poco rato
pierde interés en el juego y se queda dormido.
El doctor Nathanson menciona que en la actualidad puede considerarse
al nonato como un paciente más, y que la ética elemental dicta al médico
preservar la vida de sus pacientes.
—Ahora veremos por primera vez —dice—, a través de las modernas
imágenes ultrasónicas, lo que hace el aborto a nuestro pequeño paciente.
Presenciaremos lo que ocurre dentro de la madre, desde el punto de vista de la
víctima.
La operación
comienza.
Alternativamente se ven las imágenes de
cuanto realizan los médicos fuera y lo que pasa adentro.
El abortista coloca el espéculo en la vagina de la mujer para abrirla
y visualizar el cuello uterino. Inserta el tenáculo y lo fija. Mide con una
sonda la profundidad del útero y aplica los dilatadores hasta que el camino
está listo para introducir el tubo succionador. Mientras, en la pantalla
ultrasónica se ve al feto moverse normalmente, serenamente; su corazón late a
140 por minuto; está dormido, chupándose el pulgar de la mano izquierda.
Repentinamente despierta con una simultánea descarga de adrenalina. Ha
percibido algo extraño. Se queda quieto, como si se agudizaran sus sentidos
para entender lo que está sucediendo fuera. El aparato ultrasónico capta la
imagen de la manguera succionadora abriéndose paso a través del cuello con
movimientos oscilantes, hasta que se detiene tocando la bolsa amniótica.
Entonces la enorme presión negativa (55 mm de mercurio) rompe la membrana de
las aguas y el líquido, donde flotaba el niño, comienza a salir. En ese preciso
instante el pequeño rompe a llorar. Pero su llanto desesperado y profuso no
puede oírse en el exterior. Inicia giros rápidos tratando de huir de eso
extraño que amenaza con destruirlo. Su ritmo cardiaco sobrepasa los 200
latidos; sigue llorando, su boca se mueve dramáticamente y hay un momento en el
que queda totalmente abierta. Los aparatos detectan un grito que nadie puede
escuchar. Los violentos movimientos del producto provocan que constantemente se
salga de foco. Puede observarse a la perfección la forma en que trata de
escapar, convulsionándose para evitar el contacto con el tubo letal, pero su
espacio es reducido y el agresor lleva todas las de ganar. Finalmente la punta
de succión se adhiere a una de sus piernitas y ésta es desprendida de un tajo.
Mutilado, sigue moviéndose cada vez con menor rapidez en un medio antes líquido
y ahora seco. La punta del aspirador nuevamente trata de alcanzarlo; los
médicos la introducen buscando a ciegas; les da lo mismo arrancar otra pierna,
un brazo o parte del tronco; para el asesinato en sí no existe ningún
procedimiento técnico. El producto sigue llorando en una agonía impresionante
que nunca antes había sido posible contemplar. El tubo vuelve a alcanzarlo,
esta vez enganchándose en un bracito que también es desprendido. Negándose a
morir, el cuerpecito desgarrado sigue sacudiéndose. La manguera jala el tronco
tratando de arrancarlo de la cabeza. Al fin lo logra. El desmembramiento es
total.
Entre el abortista y el anestesista se utiliza un lenguaje en clave
para ocultar la triste realidad de lo que está sucediendo.
—¿Ya salió el número uno? —pregunta el anestesista refiriéndose a la
cabeza.
Ésta es demasiado grande para ser succionada por la manguera, de modo
que el abortista introduce los llamados fórceps de pólipo en la madre. Sujeta
el cráneo del pequeño y lo aplasta usando las poderosas pinzas. La cabeza, con
todo su contenido, explota como una nuez y los restos son extraídos
minuciosamente. El recipiente del succionador termina de llenarse con los
últimos fragmentos de sangre, hueso y tejido humano del recién asesinado.”
Espero se entienda mi punto de vista, sobretodo porque soy mamá.
Afectuosamente;
La Rulo.